LITERALMENTE NO HAY NADA MÁS DRAMÁTICO QUE UN VESTIDO CON CAPA
El vestido con capa es el gesto de poder definitivo. Nada dice "soy opulenta como un trozo de tela que fluye detrás de ti dondequiera que camines. Las capas hacen que quien las lleve se sienta angelical, real y poderosa a la vez; ninguna otra prenda te invita a sentirte como la superheroína trascendente en la que soñaste convertirte cada vez que alguien te preguntaba "¿Qué quieres ser cuando seas grande?".
¿Y el vestido con capa? Ve lo que la capa aporta y lo eleva.
No se puede negar: llevar una capa es algo más que hacer. Te convierte en esa perra (ya sabes, la que decidió llevar una capa para ir a un restaurante, a un bar o a la fiesta de cumpleaños de alguien más).
Pero un vestido con capa te permite eludir la responsabilidad por tu capa. Te ofrece una excusa: “Encontré este vestido que me gustó mucho y resultó que venía con una capa adjunta”. No elegiste la capa, elegiste el vestido , y la capa vino con él.
El vestido con capa te permite tener tu capa y también actuar como una persona normal, bien adaptada y para nada exagerada.